Después de un viernes de mucho vino y guitarra me desperté con ganas de mi casa. Colgué cuadros, moví el televisor de lugar, puse espejos y barrí el patio. Mientras tanto tome un tereré con koku y escuché la tele de fondo acompañándome. A eso de las cuatro de la tarde me dio hambre y me acordé de los aguacates que tenía madurando en hojas de diario en la cocina.
Amo el aguacate. Soy 75% agua y el otro 25% cate. Es parte de mi vida y cuando se acaba la temporada siempre me falta.
En esta ensalada hice una base de repollo cortado a manopla. Arriba aguacates cortados en gajos, tomates cherry y queso gouda. Le vestí con una vinagreta de oliva, aceto, miel de campo, oregano seco del patio, sal y pimienta. Al aguacate le espolvoreé un poco de ají rojo.
Nada del otro mundo por suerte, al contrario algo de este mundo que habitamos a veces sin pensar, cuando nos llama a una habitancia poética y casera.
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